Sono Bisque Doll wa Koi wo Suru

En Sono Bisque Doll wa Koi wo Suru, la vida de Wakana Gojou parece un taller de muñecas: silenciosa, solitaria y meticulosamente ordenada. Criado en una familia que se dedica al arte tradicional de las muñecas hina, este adolescente tímido y meticuloso arrastra una pasión que, en lugar de hacerlo destacar, lo ha dejado aislado. Desde chico ha sido blanco de burlas por su aficion “poco masculina”, lo que lo ha llevado a esconder su talento como si fuera un secreto vergonzoso. Pero hay algo en él que no muere: su amor por crear trajes diminutos con una precisión casi obsesiva. Aunque aún no logra dibujar rostros convincentes en las muñecas, nadie puede negar que cose como un dios.

Todo cambia el dia que Marin Kitagawa entra como un torbellino de color y extroversión en su taller mental. Marin es todo lo que Gojou no es: popular, directa, segura de sí misma y con un amor escandaloso por el cosplay. Apenas descubre las habilidades de costura del chico retraido, lo arrastra (literalmente) a su mundo de telas, maquillaje y personajes ficticios. Y así, sin pedir permiso, se convierte en la chispa que enciende una transformación lenta pero poderosa. Porque detrás de las pelucas y los trajes extravagantes, Marin es alguien que no juzga. Y Gojou, por primera vez, empieza a sentirse visto, no como “el raro de las muñecas”, sino como alguien que tiene algo valioso que ofrecer.

El autor Fukuda Shinichi, quien está a cargo tanto de la historia como del arte, nos regala una obra que es tan visualmente deslumbrante como emocionalmente sincera. Sono Bisque Doll wa Koi wo Suru no es solo una historia sobre cosplay (aunque las escenas de vestuario son una delicia), sino una oda a la aceptación propia y al descubrimiento de que ser uno mismo no está tan mal despues de todo. La quimica entre los protagonistas se cuece a fuego lento, con una ternura que no cae en lo empalagoso, y un humor que equilibra los momentos mas íntimos sin robarles impacto.

Uno de los grandes aciertos del es cómo transforma lo que en otros contextos sería objeto de burla —un chico que cose trajes para muñecas— en una fuente de orgullo, empoderamiento y crecimiento personal. A través de los ojos de Marin, el lector también empieza a ver lo impresionante que es el mundo interior de Gojou. Y en ese intercambio de talentos, de vulnerabilidades, de coser botones y ajustar pelucas, nace una conexión que no necesita etiquetas para sentirse profunda. Sono Bisque Doll wa Koi wo Suru se convierte asi en una historia donde la pasion por lo que te gusta puede ser el puente hacia relaciones mas honestas, más humanas.

Porque al final del dia, esta no es solo una historia de amor adolescente. Es la historia de cómo alguien aprende a quererse un poquito más gracias a otra persona que lo mira sin filtros. Con cada disfraz terminado, con cada sesión de fotos improvisada, Gojou se deshace poco a poco de sus inseguridades. Y Marin, con toda su energía luminosa, le recuerda que a veces lo mas valiente que uno puede hacer es ser quien es, sin pedir disculpas. Sono Bisque Doll wa Koi wo Suru no solo nos invita a conocer el mundo del cosplay, sino también a coser nuestras propias grietas con hilo de aceptación.