Boys Abyss Segunda Versión

Boy’s Abyss es de esas historias que te agarran por la garganta y no te sueltan ni cuando pasás la última pagina. Reiji Kurose, un chico cualquiera nacido en un pueblo donde la esperanza parece haberse jubilado hace años, sobrevive como puede en medio de una familia rota y una rutina emocionalmente insostenible. Su hermano es un hikikomori agresivo, su abuela sufre demencia y su madre trabaja hasta la extenuacion como enfermera. Ah, y como si fuera poco, su mejor amigo de la infancia lo humilla cada vez que puede. Es el infierno, pero sin dramatismo barato: uno real, de esos que duelen.

Lo unico que mantiene a Reiji a flote es Nagi Aoe, la idol de su grupo favorito, Acrylic, esa figura inalcanzable que brilla en la pantalla mientras todo a su alrededor se desmorona. Pero un día cualquiera, en el supermercado de su pueblo triste y apagado, se la encuentra en carne y hueso, lejos de los reflectores y los gritos de fans. Nagi ha desaparecido del mundo del espectaculo, y su nueva vida es tan gris como la de él. ¿Y qué hace una estrella caída cuando se cruza con un alma rota? Pues le propone algo tan romántico como retorcido: morir juntos, saltar de un puente como en esa novela que ambos conocen.

Detrás de esa propuesta brutal se esconde un tejido enfermizo de deseos reprimidos, obsesiones antiguas y mentiras de esas que podrías jurar que ya se habían olvidado. Minenami Ryou, el genio retorcido que firma tanto el guión como el arte, te arrastra sin piedad por un viaje hacia la desesperacion emocional más densa. En Boy’s Abyss, no hay salvadores ni redenciones fáciles, solo decisiones duras, silencios que gritan y miradas que pesan más que cualquier palabra.

La narrativa del no busca impresionar con giros vacíos, sino que te clava los colmillos con una atmósfera que combina lo cotidiano con lo insoportablemente oscuro. Cada personaje parece estar al borde de algo —del llanto, del colapso, del crimen— y eso hace que todo sea intensamente humano. No hay buenos ni malos, hay gente rota intentando no romper a los demas. Y a veces no lo logran.

Boy’s Abyss es un reflejo incómodo de esas zonas grises que todos evitamos mirar. No es una historia para pasar el rato ni para buscar respuestas faciles, sino una experiencia cruda que te deja con más preguntas que certezas. Es como mirar un pozo: uno sabe que está ahí, pero evitarlo no lo hace desaparecer. Y tarde o temprano, todos nos asomamos a nuestro propio abismo.