Mieruko-Chan Slice of Horror

En Mieruko-Chan Slice of Horror, la vida de Miko Yotsuya da un vuelco tan grotesco como inesperado: de ser una estudiante comun y corriente, pasa a convertirse en una espectadora obligada del mundo más siniestro que uno pueda imaginar. Monstruos espeluznantes, deformes y repulsivos aparecen por todos lados, pero con un pequeño detalle: solo ella puede verlos. Sí, la pobre Miko ve cosas que no querrías ni soñar, y aun asi tiene que seguir yendo a clases como si nada estuviera mal. Porque en esta historia, el verdadero reto no es luchar contra los fantasmas, sino ignorarlos… con cara de poker.

Detras de esta tétrica genialidad está Izumi Tomoki, quien no solo escribe sino también ilustra esta mezcla deliciosa de horror y comedia que es Mieruko-Chan Slice of Horror. Y lo hace con un estilo que logra que uno se ría y se asuste en la misma viñeta, como si el estuviera jugando con tus emociones y dijera «¿te dio miedo? bueno, ahora reite un poco». La decision de Miko de simplemente no reaccionar ante las criaturas más horrendas es tan absurda como brillante. Porque claro, si no los ves, no existen… ¿verdad?

El problema es que esos seres no son precisamente sutiles. Están en el baño, en el subte, en la escuela, pegados a desconocidos, y hasta a sus personas más queridas. Miko tiene que actuar como si nada, mientras el horror la respira en la nuca. Todo esto mientras intenta proteger a Hana Yurikawa, su mejor amiga, quien vive en una nube de ignorancia feliz, sin saber que detrás de su sonrisa hay entes que harian vomitar al mismísimo Lovecraft.

Lo que hace de este algo tan especial no es solo su estética aterradora o su ritmo narrativo; es el equilibrio brutal entre lo cotidiano y lo paranormal. Miko no tiene poderes especiales, no hay rituales, ni armas sagradas. Solo hay una chica con nervios de acero fingiendo que no ve a una criatura sin rostro y con veinte brazos acechándola mientras compra un pan. Y esa premisa absurda, pero humana, es la que convierte a Mieruko-Chan Slice of Horror en una joyita moderna del horror psicológico con comedia negra.

En definitiva, este no te va a dejar dormir tranquilo… pero probablemente tampoco vas a querer parar de leerlo. Porque más allá del susto, hay algo profundamente relatable en la idea de tener que soportar cosas horribles y seguir como si nada. Al fin y al cabo, todos ignoramos nuestros propios monstruos, ¿no?