Planetes

En Planetes, la obra maestra de Makoto Yukimura (historia y arte), nos sumergimos en un futuro no tan lejano donde el espacio ha dejado de ser solo un sueñó para convertirse en la nueva frontera cotidiana de la humanidad. La colonización de la Luna y Marte, junto con la expansión comercial hacia el cosmos, abren la puerta a un universo vibrante, pero también a un problema inesperado: la basura espacial. Entre satélites descompuestos, piezas sueltas de viejas naves y restos de experimentos fallidos, se mueve un grupo de trabajadores aparentemente ordinarios que tienen en sus manos el destino de los viajes espaciales. Lo fascinante de este no es solo la aventura en la órbita terrestre, sino cómo logra reflejar las pasiones humanas en medio de un ambiente frio y hostil.

Los protagonistas, como Hachimaki, un joven testarudo que sueña con tener su propia nave, Yuri, un hombre marcado por la tragedia de perder a su esposa en un accidente espacial, o Fee, una mujer fuerte y fumadora empedernida que encarna la crudeza de la vida en el espacio, se convierten en espejos de nuestra humanidad. Aunque trabajan como simples limpiadores de escombros, cada uno arrastra sus propios dilemas existenciales. El realismo con el que Planetes explora estos personajes nos recuerda que, incluso en la vastedad del universo, seguimos siendo vulnerables a la soledad, el dolor y la esperanzá. Es precisamente en esa mezcla de lo mundano con lo épico donde Yukimura logra brillar.

A lo largo de la trama, también se suma Ai Tanabe, una joven entusiasta que llega al equipo con la convicción de que el amor y la humanidad son fuerzas que trascienden incluso el vacío espacial. Su optimismo contrasta con la dureza de la tripulación y permite que el lector se cuestione el verdadero significado del trabajo en equipo, de los sueños y de la perseverancia. La sección de desechos espaciales, apodada de forma casi irónica como el “Toy Box”, refleja la precariedad de quienes hacen tareas vitales para el futuro de la civilización pero son infravalorados por la sociedad. Esa ironía se convierte en uno de los motores narrativos de la obra, subrayando la contradicción entre la grandeza de los proyectos espaciales y la pequeñez con la que se trata a quienes mantienen ese sueño posible.

El gran mérito de Planetes es su capacidad para mezclar ciencia ficción dura con una exploración intimista del alma humana. La obra no solo plantea reflexiones sobre la colonización espacial, el avance tecnológico o las grandes corporaciones que dominan el cosmos, sino que también expone preguntas profundas sobre qué significa ser humano frente a la inmensidad del universo. ¿Somos realmente exploradores valientes o simples criaturas que buscan llenar su vacío interior? El se mueve entre escenas de tensión orbital, filosofiá existencial y momentos de comedia cotidiana que aportan frescura y cercanía a una historia que, de otro modo, podría sentirse demasiado lejana.

Con un estilo visual detallado y narrativo impecable, Makoto Yukimura convierte a Planetes en mucho más que un relato de ciencia ficción: es una obra que habla de duelo, de resiliencia y de la eterna contradicción humana entre mirar hacia las estrellas y no perder de vista la tierra bajo nuestros pies. Cada capítulo es una invitación a reflexionar sobre el futuro que estamos construyendo y las cicatrices que arrastramos del pasado. En un mundo saturado de ficciones espaciales espectaculares pero superficiales, Planetes se alza como un profundamente humano, que demuestra que incluso en la fria inmensidad del cosmos, lo que nos mantiene vivos es nuestra capacidad de soñar, amar y recordar.