Gantz

Gantz de Hiroya Oku golpea al lector desde la primera página con una premisa tan descabellada como brutal: Kei Kurono, un estudiante de secundaria hastiado de la humanidad, ve cómo su vida se desvanece en un solo instante al intentar rescatar a un borracho en las vías del metro. Impulsado por algo muy distinto al heroísmo —quizá un atisbo de curiosidad o simplemente ganas de demostrar algo—, Kei acompaña a su compañero Masaru Katou en una misión suicida que acaba con ambos aplastados por el tren. Un arranque que te hace preguntarte si la muerte puede ser, paradójicamente, el comienzo de algo aún más retorcido.

Al despertar, nada es lo que parecía: Kei y Katou se encuentran en una sala blanca, rodeados de otros “recién fallecidos”, con una misteriosa esfera negra —Gantz— dictando órdenes como un dictador intergaláctico. Esa voz fría les encomienda acabar con criaturas que desafían toda lógica, otorgándoles trajes de combate avanzados y armas dignas de un videojuego de ciencia ficción. Lo incómodo es que la fantasía se mezcla con el horror: cada misión es una carrera contra monstruos imposibles, donde el pulso y la sangre importan más que los sueños.

Kei, pese a su cinismo inicial, sobrevive a la primera masacre y regresa a la sala para recibir los puntos que Gantz otorga según el desempeño. En este juego macabro, sumar puntos puede significar una segunda oportunidad de vivir… o la condena a enfrentarte a retos aún más letales. Vaja dilema: ¿arriesgarse por unos cuantos dígitos en una esfera que no perdona o resignarse a la muerte definitiva? Gantz no te da tregua para pensar demasiado.

A medida que las convocatorias se repiten, Kei aprende a adaptarse a la violencia como un teledirijido en piloto automático. Su vida diaria se resiente: el instituto, los amigos y hasta el simple sabor de un ramen parecen irreales después de ver bestias devorando a tus compañeros. Por su parte, Katou lucha por mantener la esperanza de escapar de este ciclo infernal, aferrándose a su sentido del honor y la camaradería. Esa tensión entre resignación y lucha es el corazón de la historia.

Gantz no es solo un festín de acción y suspense; es un retrato sin piedad de hasta dónde llega la condición humana cuando la muerte acecha en cada esquina. Entre dilemas morales y violencia extrema, Oku construye un universo donde la supervivencia se convierte en el único propósito, y cada misión revela que a veces los monstruos más terribles llevan dos ojos y piel humana. Un viaje oscuro y fascinante que te deja deseando —y temiendo— la siguiente llamada de Gantz.