Gantz Segunda Versión

Desde su primer página, Gantz de Hiroya Oku no pide permiso ni da explicaciones: simplemente te agarra del cuello y te lanza a una pesadilla. Kei Kurono, un estudiante de secundaria más cínico que heroico, se convierte en protagonista de su propio infierno al intentar rescatar a un borracho caido en las vias del tren. Lo acompaña Masaru Katou, su antiguo amigo de la infancia, más noble que listo. En lugar de un aplauso o una portada en el diario, lo que obtienen es una muerte rapida y violenta. ¿Fin? Para nada. La verdadera locura apenas empieza.

Despiertan en una sala blanca, estéril, incómodamente silenciosa, con otras personas que también parecen haberse muerto hace un ratito. En el centro: una esfera negra del tamaño de una lavadora llamada Gantz, que no saluda ni explica, solo da ordenes. Ordenes absurdas al principio, pero acompañadas de trajes de poder, armas de ciencia ficcion y una promesa envenenada: matar a ciertos enemigos, ganar puntos, y quizá recuperar la vida. Claro que esos enemigos son alienigenas, monstruos indescriptibles, cosas que solo unka mal dormido podria imaginar… y ellos, bueno, solo eran gente comun con mala suerte.

En este juego retorcido, Kei Kurono empieza siendo egoista, apatico y algo cobarde, pero como buen humano en peligro constante, aprende rapido. La sangre no se borra tan facil, pero los puntos que otorga Gantz parecen anestesiar la conciencia. Cada nueva mision lo transforma, lo afila, lo endurece. Mientras tanto, Katou sigue creyendo que puede mantener su humanidad intacta, aferrandose a valores que en este nuevo mundo ya no significan nada. Esa dualidad entre el que se adapta y el que resiste crea una tension emocional brutal que atraviesa toda la historia.

Hiroya Oku no se anda con rodeos. En Gantz, la violencia es grotesca, los cuerpos estallan como globos, y los dilemas morales se resuelven a tiros. Pero no es solo gore por el gore: hay una critica aguda a la alienacion moderna, al nihilismo juvenil, y a esa necesidad patetica de buscarle sentido a un universo que claramente no lo tiene. Lo cotidiano —una clase aburrida, un plato de comida, una charla tonta— se convierte en un recuerdo lejano cuando tu vida depende de apretar el gatillo antes que esa cosa con tentaculos te lo arranque todo.

Y aun asi, seguimos leyendo. Porque Gantz es eso: una adiccion morbosa, una montaña rusa donde sabes que al final todo va a explotar pero igual queres quedarte hasta el ultimo segundo. Es una serie que no tiene piedad, ni con sus personajes ni con el lector, y esa crudeza es justamente lo que la hace inolvidable. Hay monstruos de todos los tamaños, pero los peores, como siempre, se esconden detras de una cara conocida.