Junji Ito – Shibito no Koiwazurai

En Kessaku-Shu 4 Shibito no Koiwazurai, el maestro del horror japonés Itou Junji nos regala otra dosis de escalofrío elegante y locura con olor a tierra mojada. Esta vez el escenario es Nazumi, un pueblo donde la niebla no solo tapa las calles, sino tambien los recuerdos más oscuros. Todo comienza cuando Ryusuke, un chico aparentemente normal, regresa al lugar donde su infancia quedó atrapada entre supersticiones y presagios, tras un simple traslado laboral de su padre. Pero en loss de Itou, nada es simple, ¿verdad?

En esta ciudad llena de esquinas húmedas y miradas de reojo, existe una tradicion tan absurda como siniestra: la adivinacion callejera. Básicamente, esperas parado en un cruce a que un desconocido decida por ti el rumbo de tu vida. Y aunque Ryusuke intenta ignorarla, sabemos que en el universo de Itou Junji, los secretos no se olvidan, solo se pudren lento. La historia pronto toma un giro enfermizo cuando descubrimos que este juego de destino tiene una conexión directa con un suceso traumático del pasado del protagonista… uno que involucra sangre, muerte y un amor que nunca terminó de morir.

El relato principal, El Doloroso Amor de los Muertos, es el corazón podrido de este tomo, una historia que se descompone ante tus ojos con la belleza grotesca que solo Itou Junji sabe dibujar. Es perturbador, es hipnótico, y sí, también es tragicamente romantico. A través de Ryusuke y los habitantes de Nazumi, se construye una tension tan densa como la niebla que lo cubre todo, donde cada esquina es una trampa emocional y cada sombra parece conocer tu nombre.

Pero este volumen no se queda en una sola historia. Otras narraciones, igual de turbias, se tejen a lo largo del tomo y refuerzan esa sensacion de estar atrapado en un limbo costumbrista donde el horror florece como flores negras en primavera. Hay sangre, sí. Pero también hay un cuestionamiento profundo sobre el destino, la culpa y esas decisiones que tomamos… o dejamos que otros tomen por nosotros.

Kessaku-Shu 4 Shibito no Koiwazurai es una obra que no grita, susurra. Y eso es mucho peor. Porque los susurros se cuelan, se pegan a tu nuca, te respiran en la oreja mientras dormis. Si te gustan los relatos donde el terror se mezcla con la melancolía, donde el amor no salva sino condena, y donde el arte es tan detallado que casi duele, este tomo va directo a tu repisa maldita.