Mabataki Yori Hayaku

El Mabataki Yori Hayaku, creación de Kazuki Funatsu, nos sumerge en el mundo del karate tradicional femenino dentro de una preparatoria japonesa. La protagonista, Himari Kohanai, es una chica de 15 años, tímida, torpe y llena de inseguridades, que sueña con empezar una nueva etapa en su vida escolar. Sin embargo, el destino le juega una mala pasada: su primer día es un completo desastre, su presentación sale mal y siente que su vida estudiantil será una pesadilla. Pero todo cambia cuando ve a una senpai que admira profundamente, una figura que despierta en ella algo más que simple admiración. Esa mirada, ese momento fugaz, se convierte en el punto de inflexión que llevará a Himari a perseguir no solo a su senpai, sino también a su propio crecimiento personal. Funatsu logra capturar la esencia de lo que significa superarse, incluso cuando el propio reflejo parece ser el mayor obstáculo.

Desde el principio, Mabataki Yori Hayaku no se presenta como el típico de artes marciales centrado únicamente en los golpes o los torneos. En cambio, combina con delicadeza la vida escolar con la pasión y disciplina del karate, mostrando que detrás de cada combate hay emociones, dudas y sueños. Himari no es una heroína nata, es una chica común con miedos reales, alguien que se cae y se levanta una y otra vez. Su torpeza inicial se convierte en el combustible que impulsa su evolución. Lo que hace que la obra de Kazuki Funatsu destaque es cómo logra que cada caída duela de verdad, que cada intento fallido tenga peso, y que el avance, por mínimo que sea, se sienta como una victoria. Es un recordatorio de que crecer no es sencillo, y que los golpes más duros no siempre vienen del dojo, sino de uno mismo. Funatsu construye una historia que late con sinceridad, mezclando humor, drama y esa sensación de querer ser “mejor que ayer”.

El karate en este no es solo una excusa estética; es una extensión del alma de Himari. Las secuencias de acción están dibujadas con energía, con ese trazo dinámico que caracteriza el estilo de Kazuki Funatsu, quien demuestra un dominio admirable al equilibrar emoción y técnica. Las escenas de entrenamiento son intensas, llenas de caidas, sudor y determinacion, pero también de compañerismo. En el dojo, Himari encuentra algo más que rivales: encuentra una familia que la reta y la impulsa. A través de esos enfrentamientos, el autor refleja que la fuerza no está en ganar siempre, sino en resistir y seguir adelante. Además, la relación entre Himari y su senpai aporta una capa de emoción distinta, casi poética, que hace que cada interacción tenga un trasfondo emocional genuino. Es ese tipo de historia donde los gestos dicen más que las palabras, y donde un simple “bien hecho” puede significar el mundo entero.

Visualmente, Mabataki Yori Hayaku deslumbra. El arte de Kazuki Funatsu se mueve entre la suavidad de los momentos cotidianos y la tensión de los combates. Las expresiones de Himari —su frustración, sus sonrisas, su duda— están tan bien retratadas que uno siente empatía inmediata. Hay algo muy humano en su forma de fallar, en su deseo de destacar, en esa mezcla de miedo y esperanza que todos hemos sentido alguna vez. Funatsu no se limita a mostrar acción, sino que cuida la ambientación escolar, el club de karate, los pasillos, los días de entrenamiento, los torneos y los pequeños detalles que hacen que la historia se sienta real. A veces, basta con ver una viñeta de Himari sosteniendo el cinturón o limpiando el sudor para entender el peso emocional de su travesía. Es en esos momentos donde el brilla con más fuerza.

En definitiva, Mabataki Yori Hayaku no es solo una historia de karate o de adolescentes que buscan destacar. Es un relato sobre el valor, la admiración y la transformación personal. Himari Kohanai empieza siendo una chica torpe y dudosa, pero poco a poco, con esfuerzo y coraje, se convierte en alguien capaz de enfrentar su propio reflejo sin miedo. Kazuki Funatsu consigue que esta evolución se sienta auténtica, sin exageraciones ni artificios. Su mensaje es claro: la verdadera fuerza no está en los puños, sino en el corazón. Si te atraen loss que mezclan acción, emoción y crecimiento, esta obra te va a atrapar más rapido de lo que dura un parpadeo.