Super no Ura de Yani Suu Futari

En Super no Ura de Yani Suu Futari, lo que empieza como un rutinario paseo al supermercado termina convirtiéndose en un ritual emocional para Sasaki, un hombre de mediana edad que sobrevive a sus jornadas laborales agarrado de los pequeños placeres de la vida. Su trabajo es tan agotador como insatisfactorio, y lo unico que parece mantenerlo a flote es la cálida sonrisa de Yamada, la joven cajera del super que visita religiosamente cada noche. En un mundo donde los jefes gritan y las horas se arrastran, una sonrisa amable al pagar la leche o el bento de descuento puede ser más poderosa que cualquier terapia.

Pero claro, la rutina tiene sus propios caprichos. Un día particularmente nefasto, con el alma pisoteada y el cansancio pegado en la piel, Sasaki llega al supermercado solo para descubrir que Yamada ya se fue. Fin de turno, fin del pequeño momento de consuelo. En vez de volver a casa a tragarse la frustración, decide encender un cigarrillo detrás del local. Y ahí es donde aparece Tayama, una mujer extraña, irreverente y con una lengua tan filosa como su mirada. Ella lo llama con desparpajo para que se una a fumar, como si se conocieran de toda la vida. Lo observa, lo analiza y —sin filtros— le suelta que sabe perfectamente que viene todas las noches solo para ver a Yamada. Sasaki, desconcertado, ríe por primera vez en mucho tiempo.

A partir de ese cigarrillo compartido, lo que era una rutina monótona se transforma en una extraña costumbre de dos. Sasaki sigue visitando el supermercado, sí, pero ahora su día no termina sin pasar unos minutos con Tayama, quien poco a poco deja entrever que detrás de su actitud burlona hay heridas y pensamientos que no cualquiera logra ver. Los encuentros entre ambos son cortos pero intensos, con silencios cargados, chistes incómodos y miradas que dicen más que mil palabras. Esos momentos, en el espacio mugroso detrás de un supermercado cualquiera, terminan siendo más valiosos que cualquier café elegante o cita planeada. Hay una honestidad en la mugre y el humo que el mundo de los adultos suele olvidar.

Jinushi, autor y artista de esta obra, logra algo maravilloso: retratar la belleza de lo ordinario sin hacerlo aburrido. En Super no Ura de Yani Suu Futari, no hay batallas épicas ni giros dramáticos con explosiones emocionales. Lo que hay es algo más sutil, más cercano: la manera en que dos personas rotas pueden acompañarse, aunque sea por un momento, sin intentar repararse mutuamente. El respira humanidad, con una mezcla justa de humor sarcástico, conversaciones que parecen banales pero que golpean hondo, y una atmósfera gris que, sin embargo, calienta el pecho.

Al final, esta historia no trata solo de Sasaki, ni de Yamada, ni siquiera de Tayama. Trata de todos nosotros, de ese punto de la vida donde te descubrís cansado, perdido, deseando que algo —lo que sea— rompa la inercia. Y a veces, ese algo llega con una colilla de cigarro y una mujer sin filtros que te dice en la cara lo que vos no te animás ni a pensar. Super no Ura de Yani Suu Futari es ese tipo de que no sabías que necesitabas hasta que te encontrás leyéndolo con una sonrisa melancólica y pensando: “souka… eso me pasa a mi tambien”.