Baki Rahen

En Baki Rahen, sexta entrega del universo Baki, dejamos de lado a Baki como protagonista principal para seguir la historia de su hermano mayor, el coloso incansable Jack Hanma. Esta vez, no se trata solo de músculos ni de batallas exageradas, sino de algo mucho más visceral: una arte marcial desarrollada por Jack mismo, el Goudou. ¿Y en qué consiste esta técnica? Simple: en morder. Sí, así como suena. Mordidas estratégicas, salvajes y despiadadas. En un mundo donde ya vimos a tipos romper huesos con la mirada, esta nueva técnica lleva el concepto de lucha a un nivel absolutamente primitivo… y adictivo.

El camino de Jack en Baki Rahen no es uno de redención, ni mucho menos. Es más bien una cruzada sangrienta para demostrar que su forma de combatir, aunque grotesca, puede imponerse frente a cualquier disciplina. Enfrenta a otros luchadores legendarios del universo Baki en combates tan intensos que hacen temblar las viñetas. El Goudou no es una técnica elegante, pero sí efectiva. A lo largo de los capítulos, Jack transforma su cuerpo aún más, desafía los límites del dolor humano, y convierte cada pelea en una carnicería digna de ser analizada con calma… y con un balde para el vómito al lado.

Itagaki Keisuke, el cerebro y lápiz detrás de esta locura, vuelve a sorprender con su capacidad de hacer que lo ridículo se sienta épico. Lo que en cualquier otra serie parecería un chiste, en Baki Rahen se convierte en una filosofia de combate. El Goudou no es solo morder porque sí; hay técnica, hay cálculo, hay incluso una lógica de supervivencia animal llevada al extremo. Jack no es un héroe, tampoco es un villano. Es simplemente un hombre que lleva su obsesión con la fuerza al punto de romper todas las reglas del juego. Y eso, guste o no, resulta fascinante.

En medio de esta locura física, la historia también juega con los temas del sacrificio, la identidad y el legado. Jack quiere dejar de ser la sombra de Baki, y su camino se convierte en una declaracion personal que mezcla orgullo, rabia y hambre (literal). En su enfrentamiento con monstruos de la talla de Pickle, un guerrero prehistorico, se nos plantea el clásico duelo entre lo moderno y lo salvaje. Pero más allá de quién gana, lo que realmente importa es cómo se desarrolla la batalla, y cómo Jack nos obliga a replantear lo que entendemos por «fuerza».

En resumen, Baki Rahen no es una lectura para corazones sensibles, ni tampoco para quienes buscan una historia amable. Es brutal, exagerada, sin filtros, y por momentos hasta incómoda. Pero también es una obra única, que se atreve a llevar el género de las artes marciales al límite del absurdo, sin perder nunca esa chispa de profundidad que caracteriza a los trabajos de Itagaki Keisuke. Jack Hanma se convierte aquí en una fuerza de la naturaleza, y su técnica, por ridícula que parezca, en el símbolo de su voluntad indomable. Puede que falte alguna tilde, pero lo que sobra es… mordida.