Teizokurei Daydream

En Teizokurei Daydream, lo paranormal se mezcla con el sadomasoquismo de una forma que solo el japones puede hacer sin despeinarse. La protagonista, Misaki Saiki, es una joven albina, virgen y con más traumas que la base de datos de un psicólogo forense. Su trabajo diurno consiste en ser médium para el gobierno, pero en las noches se calza cuero y látigos como dominatrix profesional en un club S&M de Tokio. ¿Suena bizarro? Pues es solo el comienzo.

Desde pequeña, Misaki puede ver fantasmas, y aunque eso ya es bastante molesto, el estado japonés decidió sacarle provecho a su don en nombre del «bien social». La Livelihood Protection Agency la empareja con Souichirou Kadotake, un artista marcial con cuerpo de acero y corazon de gelatina que, irónicamente, le tiene panico a los espectros. Juntos forman una dupla tan funcional como un microondas en un templo budista, pero al menos logran que los muertos encuentren paz… o algo parecido.

El guion de Okuse Saki y el arte de Meguro Sankichi hacen que Teizokurei Daydream se sienta como una pesadilla húmeda de horror, comedia y fetichismo urbano. Cada caso que enfrentan va revelando más del pasado de Misaki, y también del turbio submundo donde los vivos no siempre estan más cuerdos que los muertos. Ah, y por si te lo preguntabas: sí, hay mucha piel, pero también hay mucho cerebro en la narrativa, aunque a veces tengas que escarbarlo entre látigos y fluidos ectoplasmáticos.

Misaki no es la heroína tipica. No busca redención, ni comprensión, ni amor… solo quiere que la dejen tranquila. Pero su talento como Kuchiyoseya, esas invocadoras capaces de hablar con los muertos, la mantiene atada a un mundo donde los fantasmas no descansan y los vivos tampoco. En el fondo, esta historia es una sobre cargas invisibles, sobre lo que heredamos de los que ya no estan y lo que nos negamos a soltar.

Teizokurei Daydream no es un para todos, y esa es precisamente su mayor virtud. Es extraño, oscuro, provocador y a veces ridículamente honesto. Una mezcla tan particular solo podia salir de la mente de Okuse Saki y los trazos inquietantes de Meguro Sankichi. Asi que si buscas algo que te incomode un poco mientras te hace reir y pensar… bueno, ya sabes por donde empezar.