Watashi ga Motenai no wa Dou Kangaetemo Omaera ga Warui – WataMote

En Watashi ga Motenai no wa Dou Kangaetemo Omaera ga Warui! (WataMote), la tragicomedia social cobra forma en la figura de Tomoko Kuroki, una adolescente que ha memorizado más rutas de videojuegos otome que interacciones humanas reales. Con una autoestima del tamaño de un grano de arroz y un optimismo que se desmorona al primer contacto con la realidad, Tomoko sueña con volverse popular… pero claro, sin tener que hablar con nadie ni salir de su zona de confort. El resultado: desastres hilarantes y situaciones tan dolorosamente reconocibles que uno no sabe si reir o llorar.

Tanigawa Nico, mente maestra y un tanto cruel detras de esta joya, combina humor absurdo con una sensibilidad bastante aguda para mostrar lo que se siente vivir atrapado en la propia cabeza. Mientras Tomoko intenta copiar a personajes de anime, usar ropa de moda y dominar los códigos sociales con la misma lógica que usa en sus juegos, el mundo la ignora olímpicamente. Cada intento por «mejorar su imagen» termina en una espiral de incomodidad social que da risa… pero duele.

Lo maravilloso de esta historia es que no embellece la adolescencia ni romantiza la timidez. En cambio, Watashi ga Motenai no wa Dou Kangaetemo Omaera ga Warui! la desnuda con todo y granos, silencios raros, y esa sensación de «todo el mundo menos yo sabe vivir». Aun asi, entre la ansiedad social y los fracasos uno siente una ternura profunda por Tomoko. Porque aunque sus planes sean desastrosos, hay algo heroicamante triste en seguir intentándolo cuando el mundo te da la espalda.

El no necesita grandes dramas ni romances épicos para atrapar. Su fuerza está en los detalles incómodos, en esa risa que se escapa justo despues del cringueo. Porque, admitámoslo, todos hemos tenido un momento Tomoko: esa vez que pensaste que estabas brillando y en realidad estabas haciendo el ridículo. Y eso, por muy humillante que suene, es profundamente humano.

Watashi ga Motenai no wa Dou Kangaetemo Omaera ga Warui! es más que una comedia social, es una carta de amor torpe y desalineada a los que nunca supieron encajar. Una lectura tan brutalmente sincera que te hace sentir acompañado en tu patetismo. Y eso, amigo mio, es oro puro disfrazado de risas.